El Precio de un Sueño

Hay momentos en la vida en los que todo se reduce a una decisión. Esos instantes fugaces en los que se puede sentir cómo el peso del mundo se concentra en una mirada, un suspiro, un “sí” o un “no”. En uno de esos momentos me encontré con un joven cuyo nombre nunca mencionaré, pero cuya historia resuena en mí como un eco persistente. Era uno de esos días comunes en los que todo parecía seguir su curso normal, hasta que una chispa de pasión cambió el ritmo de la rutina.

¿Eres coach? me preguntó.

Su voz no temblaba, pero había algo en su tono que delataba una necesidad urgente. Quiero experimentar unas sesiones de coaching contigo, pero… no tengo dinero para pagarlas ahora.

Cualquier otro habría esperado que la conversación terminara ahí, pero no él. Sus ojos decían más de lo que cualquier moneda podría expresar. Estaba decidido, y esa determinación era palpable.

Podría haberle rechazado. Podría haberle dicho que regresara cuando tuviera los medios, como tantos hacen cuando se enfrentan a los obstáculos. Pero había algo en él, algo que me recordaba a la tierra seca que, a pesar de las sequías, aún anhela con todas sus fuerzas la lluvia.

Le pregunté: “¿Para qué quieres estas sesiones?”

Él me respondió sin titubeos. Estaba comenzando en el mundo de la bolsa de valores. No era un experto ni un adinerado financiero. Solo un joven que veía en ese camino una oportunidad, un desafío que necesitaba enfrentar para cambiar su destino. Había una verdad cruda en sus palabras, esa verdad que no se aprende en los libros ni en los seminarios, sino en la vida misma. La vida que te da y te quita. La vida que te reta a levantarte una y otra vez.

Acepté su propuesta. Y mientras trabajábamos juntos, vi algo extraordinario. No era solo su deseo de aprender o su esfuerzo por mejorar; era esa capacidad de apostar por sí mismo cuando no había garantías.

En cada sesión, este joven desnudaba sus miedos y los enfrentaba de frente. Era como un guerrero sin armadura que se lanzaba al campo de batalla con nada más que fe en su espíritu. Y, a veces, eso es todo lo que necesitas.

En el mundo del coaching, veo muchos rostros. Algunos vienen con grandes sueños, otros con historias de dolor y pérdida. Pero pocos llegan con esa chispa que separa a los que quieren de los que harán lo necesario. Ese joven era diferente. No porque estuviera destinado al éxito, sino porque había decidido construirlo, piedra a piedra, con cada decisión, con cada paso.

Y esa es la lección que quiero compartir contigo. Todos tenemos un precio que pagar para alcanzar nuestros sueños, pero no siempre es un precio monetario. A veces, es el precio de la vulnerabilidad, de admitir que no lo sabemos todo, a veces el precio es pedir ayuda, de confiar en alguien más para guiarnos cuando no podemos ver el camino. Es el precio de comprometerse con uno mismo y con lo que uno realmente quiere, incluso cuando el mundo te dice que no es posible.

Este joven me recordó algo que a menudo olvidamos:

La vida no nos pide que tengamos todas las respuestas; nos pide que nos presentemos, que lo intentemos, que apostemos todo por aquello que hace latir nuestro corazón un poco más rápido. Y no importa dónde te encuentres hoy, no importa cuán grandes sean tus miedos o limitaciones, siempre hay un próximo paso, siempre hay una oportunidad de cambiarlo todo.

El coaching no es una fórmula mágica. No es un atajo.

Es un viaje, uno que comienza con una decisión: La de apostar por ti.

Si alguna vez has sentido que hay más para ti, que puedes ser más, tener más, dar más, entonces quizá este sea tu momento de tomar ese riesgo. Porque, al final, no se trata de cuánto dinero tienes en el bolsillo, sino de cuánta voluntad tienes en tu alma para perseguir aquello que realmente deseas.

Si estás listo para ese viaje, te invito a dar el primer paso. Porque los sueños, como los que tiene ese joven, no se construyen con excusas; se construyen con acción, coraje, y una fe inquebrantable en lo que uno puede llegar a ser.

Una Historia de Compromiso y Coraje

¿Cuándo empezaras tu viaje?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *