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Ya no necesitamos ese dicho que dice:
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”
Eres de las personas que: ¿Solo aprecias las cosas cuando éstas se han ido? Pues ya no más.
No necesitamos pasar por un dolor, por un sufrimiento para comenzar a apreciar lo que tenemos:
- Un dolor de muelas, ¿Aprecias el valor de tus dientes? Cuida tu higiene bucal
- Tienes un hijo, ¿Aprecias su presencia? Deja de fastidiarlo tanto y disfruta su compañía
La vida está llena de momentos fugaces y experiencias que a menudo pasamos por alto en nuestra rutina diaria. Nos sumergimos en nuestras ocupaciones, metas y preocupaciones, y olvidamos apreciar la belleza y el valor que nos rodea constantemente.
A menudo, nos encontramos atrapados en una mentalidad de “ir hacia adelante” y alcanzar metas sin detenernos a disfrutar el camino. Pero ¿Qué sucede si nos tomamos un momento para apreciar lo que ya tenemos?
Te invito a detenernos para saborear los pequeños placeres de la vida: una sonrisa amistosa, el aroma del café por la mañana, la calidez del sol acariciando nuestra piel. Estos momentos aparentemente insignificantes se vuelven poderosos cuando los abordamos con apertura y gratitud.
Cuando expresamos nuestro aprecio genuino por los demás, fortalecemos nuestros lazos emocionales y cultivamos relaciones más significativas. Al tomar el tiempo para escuchar con atención y mostrar interés por los demás, transmitimos el mensaje de que valoramos su presencia y contribución en nuestras vidas. Lo que crea un espacio seguro y acogedor donde las personas se sienten valoradas y comprendidas.
Cuando abrimos nuestros ojos y nuestros corazones a la belleza que nos rodea, descubrimos que incluso los momentos más simples tienen un valor profundo. Nos volvemos conscientes de la interconexión de todas las cosas y reconocemos nuestra parte en el tejido de la vida.
Sí apreciamos la naturaleza, el arte, la música y todo lo que nos inspira, teniendo la consciencia de que nos conecta con algo más grande que nosotros mismos, nos eleva y nos brinda una sensación de plenitud y asombro, entonces, hemos alcanzado una trascendencia asombrosa.
Para cultivar la apreciación en nuestras vidas, es importante practicar la atención plena. Al estar presentes en el poder del ahora, podemos abrir nuestros sentidos y observar las maravillas que nos rodean.
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